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martes, 27 de diciembre de 2011

ARIEL SANTIBÁÑEZ

DISCORRAYADO

La vieja vitrola del tío, muerto a mediados de siglo,
todavía toca discos de repente, y son 78 giros por minuto.
Y giró y gira el mundo para todos:
mi padre le hacía escuchar a mi madre
la voz de Gardel y el verdadero sentido del amor.
Y soy, yo soy el que toma la manija estas tardes
de domingo, y doy vuelta y vuelta y te hago
escuchar Gardel, y tú, Gladys, sigues el movimiento
silenciosamente, pensando, quizá, en nuestro lejano hijo.